Todos, en algún momento de nuestra infancia, somos parte de un breve -pero definitivo- acto que condensa futuros años de relación con nuestros padres.
Es un instante de pánico, en el que descubrís que ellos no van a estar siempre, que vos vas a poder -y tener que- arreglártelas sólo, aún a sabiendas de que ellos están cerca para darte una mano para enfrentarte a los porrazos de la vida...
Un buen día, tu padre / madre te dice: “tranquila, que yo estoy acá atrás tuyo”… y te suelta el asiento de la bicicleta.-
25.9.09
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